Por mucho tiempo maldecía aquellos días donde mi espíritu de Juana de Arco se desvanecía para ser una simple damisela a la que hasta la belleza de un atardecer le generaba lagrimas.
Por mucho tiempo maldecía ese sentimiento de ser débil y sentirme el ser menos adecuado, cuando quería ser la caballero de armadura reluciente de mis días.
Por mucho tiempo maldecía esos momentos que al verme al espejo veía miles de imperfecciones, olvidando que era una flor silvestre que en época de lluvia sus pétalos se marchitaban pero su delicioso olor y belleza seguían intactos.
Por mucho tiempo maldecía esos arrebatos de alejarme pues perdía el control de mis pensamientos, enloqueciendome al punto de no soportarme y no querer que nadie lidiara con eso.
Por mucho tiempo… negué mi ser mujer, negué mi naturaleza… esa con cambios hormonales, que a veces sonríe, pero también, a veces llora; esa que veces es fuerte y otras es quien tiene la delicadeza de una flor; esa que a veces se siente superheroina, y puede salvar el mundo, y a veces necesita ser salvada; esa que a veces hace bulla con su presencia y otras solo quiere alejarse pero desea una mano que le diga quédate aquí; Esa que a veces siente ser la mujer más hermosa y sensual, y en otras sus inseguridades la opacan.

Finalmente, nos enseñaron que contemplar nuestra belleza es malo, es de ególatra. Cuando no hay nada más hermoso que reconocerse y verse a si mismo libre.

Así es soy mujer.

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